11 octubre, 2010

COMPRENDER EL "DUELO" ®





por Gemma Isabel García Crespo. Sofróloga


El dolor por la pérdida de un ser querido es una de las experiencias más duras que los seres humanos tenemos que vivir. Es el precio del amor.

No se puede crecer sin sufrir. El dolor tiene diversos rostros: puede estar provocado por la irresponsabilidad humana y por circunstancias fortuitas e imprevisibles, pero está inscrito en la ley misma de la naturaleza. Las víctimas y familiares de Accidentes de Tráfico, de Atentados Terroristas, de Malos Tratos, de Adicciones, de Enfermedades físicas o psíquicas, de Desempleo, Mobbing, Separaciones, etc… La dinámica del desprendimiento es una constante de la vida humana. La persona crece en la medida en que acepta creativamente el principio de la separación y de la pérdida como condición necesaria para vivir.Nadie puede saber cómo reaccionará ante una pérdida hasta que no se encuentra frente a ella.

Las condiciones de vida dificiles y sus pruebas no son un castigo de Dios. Sufrir una pérdida es como forjar un hierro candente, es la ocasión que nos es dada para crecer y la única razón de nuestra existencia. Se crece cuando se acepta el sufrimiento intentando comprenderlo. Surge una transformación. Si se escucha la voz interior y el propio saber interno, que con relación a uno mismo es el más importante, entonces, uno no se engañará y sabrá lo que debe hacer con su vida. Es necesario tomar consciencia y no tener miedo. Abriéndonos a la espiritualidad y la comprensión. El sufrimiento entra en contacto con nuestro yo, con nuestro ser profundo. Quitarnos el miedo, la negatividad. Tomar la vida como un reto, como un lugar de exámen para poner a prueba nuestras capacidades internas y nuestra fuerza. La casualidad no existe. Dios no es alguien que castiga y condena;somos nosotros mismos los que tenemos ocasión de juzgarnos.El Dios en quien yo creo no nos manda el problema, sino la fuerza para sobrellevarlo. No se debe luchar contra el dolor, ya que tiene su función. Al no tener resistencia, se realiza la transformación necesaria. Esta es la verdad que se descubre al final del camino de las lágrimas: "Que los duelos son imprescindibles para nuestro crecimiento personal, que las pérdidas son necesarias para nuestra maduración y que ésta a su vez nos ayuda a recorrer el camino, madurar es aprender a soltar".

"En el proceso de duelo, uno siente dolor de cuerpo, y dolor del alma; Nos duele el pasado, el presente y el futuro, que en estos momentos vemos incierto".

Existe una amplia variedad de pérdidas: salud, vínculos afectivos, fases de desarrollo, bienes materiales, identidad personal, nacimiento, sueños y deseos, cultura, bienes humanos y espirituales y muerte de una persona (luto).

Nos centraremos en la pérdida de la salud y de un ser querido, en los que están involucradas las víctimas de accidentes de tráfico y familiares, víctimas de atentados terroristas (11-M).

La pérdida de un hijo es considerada en todas las culturas un hecho antinatural, una inversión del ciclo biológico normal, y por eso racional y emocionalmente inadmisible. Las diferencias entre los estilos de los hombres y de las mujeres hacen a algunos momentos intrínsecamente difíciles, ya que lo viven de distinta manera. Se necesita Comprensión por ambas partes.

La pérdida física de una extremidad,o la inmovilización de funciones, representa la pérdida de una parte de uno mismo, y representa, por tanto, reacciones de duelo. Según el impacto emotivo, desde el punto de vista de su identidad, sexualidad, dignidad personal , relaciones familiares, etc., tiene un significado que trasciende los factores funcionales o estéticos. Cualquier límite físico son percibidos como una amenaza al propio bienestar o desencadenan un abanico de reacciones según la gravedad o intensidad del mal.

La última pérdida: la muerte.- De todas las separaciones, la muerte es la más temida tanto si nos concierne a nosotros mismos como a una persona querida. El don del nacimiento comporta la inevitabilidad de la muerte como parte integrante de la vida.

Pero siempre, esperamos una cronología!!.

Cuando se muere en edad avanzada hay un sentido de mayor aceptación, porque la persona ha completado su ciclo cronológico, por tanto es más dolorosa la muerte de una persona joven.

El duelo, del latín dolus (dolor), es la respuesta emotiva a la pérdida de alguien, se manifiesta en el proceso de reacciones personales que siguen a un desapego. El luto, del latín lugere (llorar), es el duelo por la muerte de una persona querida: se manifiesta con signos visibles externos, comportamientos sociales y ritualidades religiosas.

Nos duele la definitividad de la pérdida. La intensidad del duelo no depende de la naturaleza del ser perdido, sino del valor que se le atribuye en nuestra vida.



El duelo tiene las siguientes características:

- Es inevitable.

- Comporta sufrimiento:No se debe eludir el itinerario necesario para reentrar en la vida, pospone y prologa el dolor. En la elaboración del duelo, la palabra clave es "proceso", no progreso o mejoría.


Hay distintas etapas de un proceso de elaboración del duelo: entre las más conocidas se encuentras las fases determinadas por Elizabeth Kubler-Ross:

- Repulsa: Rechazo de la verdad.

- Rebelión: Reconocimiento de la verdad.

- Negociación: Compromiso con la verdad.

- Depresión: Abatimiento ante la verdad.

- Aceptación: Reconciliación con la verdad.



Las más fuertes y prolongadas reacciones se manifiestan cuando la muerte es improvista. Aquí no hay tiempo para programar o anticipar el suceso luctuoso y provoca un enorme shock en cuantos conocian a la víctima.Puede dejar a las personas que lo sufren días o meses sumida en una sensación de irrealidad. Puede dejar un hueco que puede llegar a desestabilizar, como si flatara uno de los pilares en los que se asentaba, ya que aquello que forma parte de cada uno, le define como persona y aporta una base a su identidad. Por ello, ante los múltiples cambios y la inestabilidad que producen las pérdidas es común sentirse desubicado, perdido, con la sensación de no saber quién se es, de no saber qué hacer.

Existen diversos factores que pueden influir en el proceso del luto:

- grado de parentesco, grado de dependencia psicológica en relación con el difunto, presencia o no de otras experiencias de duelo, presencia o no de factores culturales que permiten la expresión del duelo, etc..

Toda persona, dentro de la familia, asume un papel que garantiza seguridad y continuidad; si falta provoca un trastorno en los equilibrios: la gravedad de la molestia es proporcionada al rol desempeñado por el desaparecido, y en las consecuencias graves en la estructuración de la vida cotidiana.

Por lo que el proceso de duelo está condicionado por la calidad de la relación con el difunto, o con la persona que ha padecido algún tipo de pérdida.

Según diversas investigaciones, las familias que utilizan sistemas de comunicación abiertos y eficaces y facilitan la coparticipación de los sentimientos, tienen mayor probabilidad de llegar a una mayor adaptación respecto a otras que aplican en cambio un modelo de negación o de supresión de los sentimientos.

Es importante también la Red de soporte social: Iglesia, Amigos, Familia, Profesionales, Cultura...

Así, la comunicación abierta, la participación de información y la toma de decisiones entre los miembros de la familia, aumenta las probabilidades de una eficaz adaptación durante el período posterior al deceso.

El acontecimiento estresante de la muerte es gestionado mejor por las familias que pueden contar con la cohesión, con la flexibilidad de los roles, con la apertura y la estima recíprocas; la elaboración del luto será mucho más difícil para las familias caracterizadas por la distancia interpersonal, por la rigidez de los roles, por la falta de apoyo recíproco y por el aislamiento de la sociedad.

La elaboración del duelo, depende también de los recursos personales,(fuerza de voluntad, serenidad,…). Afrontar un duelo significa pasar por estados anímicos muy críticos y cambiantes, y con la desorganización y descontrol que ello supone. Y se debe realizar un gran esfuerzo de Adaptación que exige la nueva situación.


LAS REACCIONES NORMALES A UNA PERDIDA:

- Shock, expresión de los sentimientos, represión y soledad, síntomas físicos de estrés, sensación de pánico, sentimientos de rabia, parálisis de la actividad, desarrollo de la esperanza,aturdimiento tras la pérdida, despecho, desorganización y desesperación por la pérdida sufrida, reorganización y curación.

Reacciones a nivel físico,emotivo, mental, espiritual y social.

Debemos darnos tiempo, y confiar en nuestros recursos para salir adelante.Es necesario Aprender a Vivir de nuevo, sin la persona que hemos perdido, ya que sentimos que una parte de nosotros, también ha muerto.

Los sentimientos tienden a condicionar los humores, las actitudes y las decisiones.Conectar con ese sufrimiento a veces es como atravesar un desierto, y cuando se está inmerso en él parece no que no tiene fin. Hay días en los que parece que se está mejor, pero vuelve de nuevo el estado de angustia. Se podría decir que más que vivir, durante un período de tiempo se sobrevive. Sin embargo poco a poco y a veces con ayuda de profesionales se recobra la Serenidad.



ES DE VITAL IMPORTANCIA NORMALIZAR LA VIDA LO ANTES POSIBLE.

Cuando la depresión se agudiza y prolonga en el tiempo, es oportuno recurrir a la ayuda de un profesional.

En muchas ocasiones, sin embargo, el duelo no se resuelve positivamente. Se vuelve crónico o queda por resolver:

Lo que distingue el duelo normal, del anormal, es la intensidad y duración de las reacciones en el tiempo. En el duelo anormal o atípico el proceso queda bloqueado y el dolor no es elaborado.

Todas las personas tenemos mecanismos de defensa que nos permiten gestionar la angustia, afrontar situaciones difíciles o controlar reacciones emotivas. Un uso apropiado de estos mecanismos es útil y eficaz; si es excesivo, se obstaculiza el proceso de crecimiento.

Los más comunes mecanismos psíquicos de defensa son los siguientes:

- El rechazo: Se niega la realidad. Uno se resiste a afrontar experiencias dolorosas.

- La represión: Es la remoción, en el ámbito de la conciencia, de hechos o estados de ánimo que comportan ansiedad. El mecanismo impide que los sentimientos salgan a flote.

- La fijación: Es un parón en el desarrollo evolutivo, que se manifiesta con ideas obsesivas.

- La racionalización: Es un mecanismo que se adopta frecuentemente para controlar la dimensión emotiva; quien lo usa, privilegia la dimensión racional y no permite que emerjan los sentimientos.

- El aislamiento: La persona tiende a retirarse y se niega a establecer relaciones con los demás. El aislamiento se encuentra también en el mismo interior de la persona cuando se da una separación entre sus planos emotivo e intelectual.

- La regresión: Vuelta a un estadio de comportamiento anterior.

- La somatización: Es un mecanismo por el que la tensión no es liberada, sino absorbida por el organismo, el cuerpo, paga el precio por la incapacidad del individuo de canalizar sus energías y emociones al exterior.

- La identificación: Es un proceso psíquico de unificación con el difunto, la persona no vive su historia o proyecto existencial, sino el del otro.



Los mecanismos de defensa tienen una función saludable en el desarrollo de las personas. El recurso al uso de uno u otro depende de la situación y del sujeto. La finalidad no es removerlos o desmantelarlos, sino el comprender su función.

Estos mecanismos juegan un rol en los diversos tipos de duelo: anticipatorio, retardado, crónico, patológico (existe la posibilidad de una dependencia del individuo a fármacos sin control médico, o alcohol, etc.).

Se debe tomar conciencia de los problemas planteados por la rigidez de los mecanismos de defensa, la capacidad de desarrollar actitudes y comportamientos constructivos y el recurso a la ayuda profesional, para facilitar una recuperación gradual de una condición problemática de duelo.




Los objetivos del Duelo:

1.- Aceptar la realidad de la pérdida

2.- Dar expresión al propio duelo: La consciencia, la comprensión, la aceptación, la expresión, la integración.

3.- Adaptarse al ambiente en el cual el difunto ya no está presente: La consternación y el abatimiento que acompañan a una pérdida significativa son reacciones comprensibles, pero el apartarse del mundo porque se está herido y ya no existe el ser querido no beneficia en absoluto. Se deben afrontar los retos que se planteen en una vida distinta.

4.- Invertir la energía emotiva en otras relaciones.

5.- La superación del duelo: En general, se puede afirmar que se ha superado el duelo cuando existe la capacidad de recordar y de hablar de la persona amada sin llorar ni desconcertarse y cuando se es capaz de establecer relaciones nuevas y de aceptar los retos de la vida.



Decálogo para el que está de luto:

1.- Aprender a desapegarse: Desapegarse significa, crear un espacio entre la muerte del ser querido y el reto de sacar adelante el propio proyecto existencial.

2.- Comunicar lo que se siente

3.- Tomar decisiones.: Nunca nos podrán quitar nuestro poder de elegir qué actitud asumir ante los acontecimientos. (siempre y cuando la libertad no se vea comprometida, por alguna enfermedad mental).

La persona debe optar por vivir, una hora cada día, sin preocuparse o dramatizar el mañana, ya que el desafío es reinstaurar un ritmo cotidinano de un modo sencillo.

4.- Ser paciente consigo mismo: No es fácil ser pacientes consigo mismos y con los cambios: el esfuerzo por asumir nuevas tareas requiere la capacidad de relativizar los problemas, la disponibilidad para cometer errores, la fuerza de soportar frustraciones y soledad. Tras la experiencia la persona seguramente no será la misma, pues la pérdida habrá transformado su mundo para siempre, pero podrá ser incluso mejor, más humana y con mayor comprensión.

5.- Aprender a perdonar: Perdonarse uno mismo.

6.- Acudir a la propia fe: La imagen que se tiene de Dios, entra en crisis, tras la pérdida de un ser querido. Dios no rechaza los desahogos humanos. La fé no protege del dolor, pero ayuda a afrontarlo.

7.- Creer en sí mismos

8.- Entablar nuevas relaciones: Para reducir la soledad más que evitarla.

9.- Volver a sonreír y Comenzar a dar

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